Un blog es la oportunidad de mostrar tus intimidades neuronales a un desconocido conocido, si eres un exhibicionista personal. De lo contrario, el blog se convierte en la exposición de aquello que quieres que vean los demás de uno mismo; haciendo invisible aquello que no se reconoce como propio o aquello que se etiqueta como cotidiano. Sea cual sea mi caso (que estoy por descubrir)... Ladies and Gentlemen... Cojan todos sus conocimientos, habilidades y emociones (mejor si son negativas) y prepárense para nada nuevo. Los que carezcan de alguno de los elementos anteriores aférrense a cualquier bien material más o menos preciado, o quizás convenzan al primer desconocido que pase por la calle para que les provoque alguna reacción en sus planas vidas neuronales. ¡¡¡Bienvenidos a mi particular mundo!!!

domingo, 20 de abril de 2008

Iba a ser...


Como aquellas cosas buenas que sólo lo son si no suceden, hoy a vuelto a pasar. Esperábamos una larga y lucida caminata, y la lluvia nos obligo a volver a nuestros caminos urbanos, a nuestras cuevas rectas. Y parece mentira, pero nos encantaba sólo la idea de recordar el pasado otoño, el caminar sintiendo que tu y yo somos el mismo. Así que hoy ha sido un día extraño, agridulce por lo vivido, resacoso por lo sentido. Me imagino que los caminos a veces nos llevan a ningún sitio sin haber aprendido nada aparentemente o simplemente nos enseñan que complicados son, para que no les perdamos el respeto con nuestras botas de astronautas. Aquella sonrisa que apareció meses atrás y se fue con el mismo viento cálido sin permanecer apenas el tiempo necesario para abrir y cerrar los ojos, la vuelvo a recuperar viendo esta imagen...

domingo, 13 de abril de 2008

...ens estimàvem, ens destrossaven mutuament ses vides...

He caminado en busca del sol, y aunque no lo haya encontrado, aunque hayamos jugado al escondite mutuamente, me siento bien. Este domingo nebuloso, denso y calmado ha desaparecido y ahora vuelvo a sentirme vivo. He caminado azarosamente, sin camino escogido, sin ser consciente de mi mismo y sin intentar pisar encima de alguna huella solitaria. Y en ese camino he vuelto a recordar. He recordado aquel dulce sabor. El sabor de un zumo recién exprimido de mandarina tomado en biberon. Como mi madre siempre cuenta, cuando era pequeño empecé a coger muchos resfriados (jajjaja como ahora) y aquel médico de cabecera que había aprendido gracias a lo que deja ver la vida, le aconsejo darme un biberon de zumo de dos mandarinas, clementinas para ser más exacto. Ella siempre cuenta la excitación y alegría que provocaba en mi el hecho de ver el biberon lleno de ese precioso líquido naranja, dulce y jugueton. Lo cogía con ansia y lo tomaba como si fuera el último. Mi padre rie al recordar mi cara cuando las clementinas pensaron marcharse a otro lugar menos frío y mis biberones dejaron de ser ácidos y revoltosos. No recuerdo el sabor de mi primer biberón, ni tan sólo del último; pero ha quedado en mi memoria una huella profunda, llena de minusculos detalles y de sensaciones increíbles que vuelven sólo con sobrepasarlo en mi pensamiento.
El camino también ha dado para repasar las tristezas, melancolías y los sentimientos. Pero, aún así, he sentido el olor de la ciudad, de las personas y ha vuelto pasar el aroma dulce y naranja...