Un breve momento eterno

Es agradable pensar en aquel vino, en aquella media nota o en aquel azul que todos compartimos. Pero el mundo no siempre es igual. Necesito volver a correr para sentir que soy yo el que pongo lo límites, para comprobar que solo depende de uno mismo. Tener la certeza de que el aire se encoge con el contacto de tu piel, de que la lluvia no puede acompañarte, de que el miedo se quedó en el último paso y lo único que importa es tu corazón. Eso es lo más adictivo. Solo importan tus emociones, tus sentimientos. El miedo a equivocarse, a desfallecer por los sentidos y emociones, se perdió y nada te impide disfrutar de todo, por pequeño que sea, durante un sutil instante de tiempo, un tiempo eterno. ¿Por que no sumergirse en el rio de los sentimientos y dejarse ahogar en la pasión? Es entonces cuando las personas volvemos a recordar nuestros miedos, nuestras barreras, nuestras conchas, nuestra comodidad, nuesta quietud... Con ello, el aire te abraza y las gotas de lluvia se aferran a ti con esperanza. ¿Por qué nos empeñamos en quedarnos quietos y hacer las cosas más difíciles?